nota editorial marzo 2007
TRECE AÑOS DE COMPROMISO

En más de una oportunidad, a lo largo de los 13 años de existencia de AMPF, me fue formulada la pregunta... ¿cómo se logra una Mutual exitosa?

Y ensayé en cada una de ellas una respuesta, que nunca fue la misma, puesto que en ningún momento logré ser lo suficientemente explícito y ordenado como para satisfacer adecuadamente el requerimiento de mi interlocutor.

Ahora, sin el apremio de encontrar, improvisadamente, una explicación y tomándome el tiempo necesario para reflexionar, estoy en condiciones de afirmar, si me limito a una sola razón, que ésta es el COMPROMISO, en todas sus acepciones (obligación, palabra dada, pacto, acuerdo, deber). Del grado en que los dirigentes asumen y contraen esa actitud ante la Entidad y asociados que representan, surgen los resultados que se obtienen en el cumplimiento de su misión.

Por supuesto que existen otros factores que concurren para que la gestión sea o no positiva, tales como una sana administración, la eficiencia en los procedimientos, la armonía laboral, la profesionalidad y tecnología, la adecuada estructura funcional, la expansión geográfica nacional e internacional junto con la continuidad en la presencia de la Entidad, la diversidad y contenido solidario de los servicios y el acierto en la elección de los colaboradores.

No es menor la relevancia de procurar una capacitación y formación continuada y sostenida que alcance a la totalidad de los directivos y personal en general, con fuerte acento en la “mutualización”, es decir, que la docencia sea instrumentada con programas que contengan como materia principal a la economía social y el rol que en ella cumple la mutualidad. Y sobre todo, la identificación y fidelidad con la VISIÓN que precede, invariablemente, a los emprendimientos que tienen por destino la consecución de una institución idónea y gravitante.

Todo esto, con la MISIÓN de crear en la sociedad en que se actúa, las condiciones de igualdad y equidad social, leitmotiv de los actores de la economía solidaria.

A esos elementos, que juntos construyen un camino de realizaciones acertadas, debe agregarse una conducción honesta y transparente, abierta a cualquier fiscalización aun más allá de las establecidas estatutariamente, siempre dispuesta a mostrar y demostrar y sensible a las críticas que sumen aportes valiosos para la gestión, más que a los fáciles elogios que con ligereza suelen aparecer en un escenario de triunfos.

Asimismo, es necesario que la dirigencia tenga siempre presente que es tanto o más importante la calidad que la cantidad de servicios que se brindan y que esto solo se logra escuchando al ASOCIADO, sus opiniones, requerimientos y especialmente sus observaciones. No olvidemos la trascendencia que reviste el acercamiento y diálogo con el mayor número posible de quienes son en definitiva, los que otorgan la representatividad y defensa de sus intereses institucionales y legítimos destinatarios de la acción benéfica de la Entidad.

En suma, todo aquello que constituye la esencia de un auténtico LIDERAZGO democrático, siempre atento y predispuesto a las innovaciones progresistas que incorpora la juventud, como a la experiencia y sabiduría que brindan los años de ejercicio en la dirigencia social.

Sintetizando, una Mutual exitosa nunca es una casualidad ni la obra de un método infalible o de un individuo iluminado, sino que por el contrario, obedece a la unión de muchas causalidades favorables y lo que es más habitual, desfavorables, que se suceden a lo largo de la existencia de la organización requiriendo en el día a día decisiones que estimo, son la clave para inclinar el fiel de la balanza según sea el número de las medidas correctas o equivocadas. Teniendo en cuenta esa circunstancia, podremos calificar con autenticidad el éxito o el fracaso de una gestión mutual.

Quiero cerrar estas reflexiones con el mismo concepto del inicio de las mismas, COMPROMISO, ya que este valor inherente a la condición humana, contrariamente a todas las demás enunciadas, no se contrata, no se alquila, ni se adquiere, sino que es un sentimiento de profundidad y el gran motivador de la transformación y progreso individual y colectivo de la sociedad.

Por último, estoy absolutamente convencido que una Mutual exitosa se construye todos los días, dado que nunca se debe creer que la tarea está completada. Los desafíos son permanentes y se renuevan unos tras otros y siempre resta algo por hacer en el inmenso campo de acción social reservado al mutualismo.

Creo que hoy, después de trece años del nacimiento de AMPF y con la actualidad de nuestra Mutual a la vista como testimonio, he podido responder por fin a aquella pregunta.