"EL
QUE QUIERE PUEDE"
Lidia Hapanowicz, socia de la Mutual, llegó
a tomar 24 pastillas por día y tuvo siete intentos
de suicidio. Sin embargo, nueve meses de terapia la ayudaron
a salir adelante. Hoy está a cargo de SAD, un grupo
de contención donde compartir diversas historias
de vida.
La búsqueda de uno mismo se encuentra a la vuelta
de la esquina. La esquina a veces queda lejos, es inmensa
y carga con rincones ocultos, pesados, turbios… Encontrar
un camino quizá necesite de algo más que caminar.
Lidia Hapanowicz, socia del anexo Villa Lugano, se puso
frente a ella, se miró y quiso cambiar su historia,
su destino, su vida. “Mis hermanos, para quedarse
con la herencia de mis padres, en complicidad con mi marido,
me llevaron a una gran cantidad de psiquiatras. Me atribuían
esquizofrenia… locura, y tomaba 24 pastillas por día.
No sé cómo pasó, pero transcurrieron
25 años. Pero yo no estaba enferma”, explicó.
- ¿Cómo hizo para salir de ese pozo?
- Por esas cosas de la vida, un día me conectan con
María del Carmen Fondó, una psicóloga.
Con una terapia de 9 meses superé los 25 años.
Cuando empecé lo primero que me dijo fue lo que iba
a costar sacarme el rol de víctima… debía
terminar con el entorno enfermizo con el que cargaba. Tenía
que salir sola adelante.
- ¿Cuál fue el momento más
duro que pasó?
- Intenté suicidarme siete veces. Cuando me daba
cuenta que no era eso lo que tenía que vivir en mi
vida, lo intentaba. Por suerte hoy estoy acá y logré
alejarme de lo que me hacía mal. Pero lamentablemente
siempre se termina en las famosas pastillas. Esa pildorita
que muchos esperan no existe, la solución a los problemas
no está en un laboratorio, sino en uno mismo. Con
perdón de la expresión, pero aferrada a mi
sinceridad, uno sale adelante sacándose toda la mierda
de adentro.
- ¿Por qué en la carta que hizo llegar
al Correo Solidario expresa que es “una elegida de
Dios”?
- Fue muy bravo lo que pasé y luché. Yo siento
que Dios me encomendó una misión y me iluminó
en la creación de SAD - Sociedad Amigos Dificultades
- para poder desarrollar actividades de contención,
acompañamiento, comprensión y aceptación.
De alguna manera, desde esta sociedad sin fines de lucro,
devuelvo algo. Nos juntamos en mi casa o donde podemos para
compartir nuestras historias de vida. El nombre es por las
iniciales de los nombres y el apellido de mis nietos: Sofía
– Agustín – Duria. Además, ahora
voy a empezar como ayudante en el Moyano (Hospital Neuropsiquiátrico
Braulio Aurelio Moyano).
- ¿Cuáles son los próximos
objetivos de SAD?
- Quiero que sea un grupo donde cada uno sienta que pertenece.
Tiene que ser un refugio para encontrar salidas. Mi idea
central es que “el que quiere, puede”. Ahora,
cada dos o tres meses, hacemos viajes de turismo.
- ¿Cuándo se dio cuenta que podía
aportar algo desde su lugar?
- De a poco me empecé a meter en cada rincón
y ayudaba desde mi experiencia. Encima, en mayo de 1994
almorcé con Mirtha Legrand y me fueron conociendo
más a partir de distintos programa de radio y televisión.
Podría ayudar a la gente por razones comerciales,
pero la cuota o la condición que pongo, es que luego
ayuden a los demás. Mis honorarios son enterarme
de que ayudaron a otro ser.
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