Juan Carlos Lago es empleado de correo afectado a la Mutual y decora su espacio de trabajo con sus propios cuadros.

La precisión de sus movimientos delata la atención que Juan Carlos Lago pone en su trabajo. Está frente al “palomar” (los casilleros donde “duermen” los bolsines del Correo), introduciendo documentación en cada uno de ellos, preparándolos para su despacho. Antes, lo habíamos visto embalar una encomienda con prolijidad, cuidadosamente, precintándola y rotulándola con los datos de la delegación destinataria.

Lago, empleado del Correo oficial y asociado a AMPC, trabaja en el “mail room” de la Mutual, una suerte de oficina del Correo exclusiva para uso interno de AMPF y AMPC, un servicio que posibilita la comunicación diaria entre la Sede Central y las delegaciones para el intercambio de documentación, valores y mercadería.

Sin embargo no es esto lo que llama la atención, ni su pasado de cartero. Porque desde que Juan Carlos se hizo cargo de estas tareas, comenzó a verse llamativos cuadros colgando de la pared de ese sector. Y ante la pregunta inevitable, su respuesta fue simple: “Soy pintor, artista plástico”. Con su uniforme impecable del Correo Argentino y sus lentes que le dan un aire de Clark Kent (el Superman de civil), Lago le cuenta al grabador que tiene 36 años, una esposa y tres hijas de entre 6 y 15 años, y que pinta desde el año 2001. Agrega que antes era letrista (dibujaba y pintaba letras y números), y que en su afán de progreso ingresó, no sin esfuerzo, en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, del barrio porteño de Barracas. Una vez allí se dio cuenta del equívoco: en esa escuela no podría perfeccionar sus letras y sus números, sino que aprendería dibujo y pintura y, a la hora de egresar, sería profesor. “Gracias a esa equivocación descubrí que tengo talento para la pintura, para las artes plásticas.

– Y ante esa realidad nueva que se te presentaba, ¿qué te deslumbró de la pintura?

– No me deslumbró nada, pero ya estaba ahí; no iba a perder tiempo. Había luchado por el ingreso, con mucho sacrificio, así que me pareció una picardía abandonar en el comienzo.

– ¿Planteaste el tema a los docentes?

– Los profesores me alentaron a que siguiera. Así que volqué los conocimientos que tenía para hacer números y letras, ahora en hacer figuras y formas.

– ¿Qué técnicas trabajás?

– Al principio utilicé mucho el óleo, pero hoy me volqué al acrílico, sobre la base que tenga disponible: cartón, cartón prensado, lienzo, papel, aglomerado. Hice acuarelas, óleos, pastel, pero siento que lo mío es el acrílico.

– ¿Y tu estilo?

– Me identifico con lo abstracto y el cubismo, aunque tengo facetas de paisaje, algo de realismo, algún que otro retrato.

– ¿Qué dicen tus obras?

– Expreso sentimientos espontáneos, lo que me surge en el momento. Hago la mayoría de mis cuadros más por la creatividad que por lo anímico, no como otros pintores. Por ejemplo, Frida Khalo, que pintaba todos sus sentimientos respecto de sus temas de salud, o Quinquela Martín, que se sentía inspirado por las barracas, el puerto, y pintaba en razón de lo que veía. Yo pinto en razón de lo que me imagino.

– ¿Cómo es el momento de la creación artística?

– Yo lo comparo con ir de pesca. Para mí, es un momento tan bueno como eso. Obvio que me gusta más pintar que pescar, pero pescar es un momento en el que me desenchufo. Y cuando pinto, me meto tanto en la pintura que pierdo noción del tiempo. Hasta que no logro el efecto que busco, no dejo. Suelo pintar de noche, cuando mis hijas se van a dormir, y generalmente mi esposa me ceba unos mates.

– ¿Cuándo un cuadro está “listo”?

– Tengo cuadros que están terminados desde hace años, y los miro y les modifico algo. Otros, digo “hasta acá llegó” y no los vuelvo a tocar nunca más.

– ¿Tenés obras vendidas?

– Tuve la suerte de haber vendido cuadros. Lo veo como que la obra surgió, nació, la hice y listo. Y no tengo que encariñarme con ella. Si la vendo, siento que es parte de mí que toma otro rumbo. La pintura es parte de mí, una pequeña creación mía que al irse es como un legado que va a quedar de mí. Entonces, si se puede ir la obra, mejor.

– ¿Qué escuelas influyen en tu estilo?

– Me gusta mucho Miró, Kandinsky, Spilimbergo… Tengo mucha influencia de Kandisnky. Al principio hice muchas obras que eran reproducciones de otras. Hacerlas me sirvió como entrenamiento. Pero gracias a las influencias de otros pintores, hago mis propias creaciones.

– ¿Tenés temas preferidos?

– Me volqué a pintar peces, porque son figuras que me fascinan. Y me di cuenta que tenía un estilo propio, una marca registrada en la pintura abstracta. Hay trabajos míos de paisajes o retratos que se parecen al de uno u otro pintor, pero en muestras donde expongo abstracto, nadie ha encontrado parecidos con otros artistas, sino que ven una marca registrada mía.