Reencuentro con Malvinas
Debieron pasar 43 años para que Francisco Gómez se reencontrara con aquel joven de 18 años que fue, cuando le tocó empuñar un fusil frente al enemigo inglés. En los primeros días de agosto integró el contingente de doce veteranos de guerra correntinos que volvieron a pisar las Islas Malvinas, más de cuatro décadas después del enfrentamiento con Gran Bretaña, en el que él fue conscripto del Regimiento de Infantería 12 General Arenales, con asiento en Mercedes, Corrientes.
Asociado a la Mutual en la delegación Corrientes -próxima a su pueblo, San Luis del Palmar-, Francisco desgrana recuerdos y emociones a través de la línea telefónica. No es fácil que hable de sus sentimientos. Más bien, deja fluir impresiones:
- ¿Cómo fue el reencuentro con las Islas?
- – Impresionante, porque está todo cambiado. Las posiciones, las montañas, están, pero el pueblo cambió mucho.
El contingente de excombatientes viajó a Puerto Argentino, la capital, que fue la base de operaciones de la experiencia, desarrollada desde un domingo hasta el viernes siguiente. “Estuvimos en el hotel de Puerto Argentino y de ahí salíamos todos los días a recorrer los campos y las montañas”.
Durante la guerra, la compañía de Gómez estuvo destinada a Darwin y combatió también en Goose Green (Pradera del Ganso). Precisamente esos escenarios volvió a recorrer tantos años después. “Gracias a Dios estaba preparado para volver —dice—. Muchos se emocionaron por el impacto”. El combate de Goose Green duró toda la noche y dejó un saldo de 50 muertos y 145 heridos en las fuerzas propias, y 19 muertos y 64 heridos en el enemigo. La visita al cementerio fue otro momento de fuerte conmoción: “Éramos soldados de 18 años. Ahora tengo 62”, agrega, y hace un silencio que lo dice todo.
Previo al viaje, Francisco se preparó físicamente. Caminaba mucho cada día porque sabía que en Malvinas tendría que trepar montes y recorrer largas distancias. “Estuve bien, lo pasé bien, sin inconvenientes”, comenta. La rutina era salir del hotel a las nueve de la mañana y regresar hacia las cinco de la tarde. Solo paraban al mediodía para comer sándwiches que les proveía el hotel, y seguían recorriendo los escenarios donde, en 1982, arriesgó su vida cargada de patriotismo.
La jornada más larga, recuerda, fue cuando visitaron San Carlos. “Hicimos 140 kilómetros. En San Carlos fue el desembarco inglés”, relata, hecho que inclinó definitivamente la balanza a favor del enemigo. Tras la rendición, desde allí los trasladaron en helicóptero a Puerto Argentino y luego, en barco, a Uruguay. Francisco evoca también el Monte Dos Hermanas, escenario de cruentos combates: “Es grandísimo. Parece cercano, pero cuando uno se va acercando es cada vez más grande”. No todos, sin embargo, tuvieron la dicha de volver a pisar las posiciones que defendieron siendo soldados. “Un compañero no pudo ir al lugar donde estuvo porque para que lo llevaran tenía que pagar seiscientos dólares. Mucha plata”.
Hoy Francisco está jubilado, después de haber trabajado en la industria textil. A modo de anécdota, agrega que durante mucho tiempo sus pies se vieron afectados como consecuencia de haber estado en el frente de batalla. “Yo, que toda mi vida anduve descalzo en el campo, cuando regresé de la guerra tenía tan sensibles las plantas que necesitaba estar siempre calzado para poder pisar”.
- Francisco, ¿qué te dejó el hecho de volver a Malvinas?
- Me hizo mucho bien. Valoro más a mis amigos, a mi familia. Valoro y entiendo mejor el sentido de lo pasado y del presente. ¿Cómo podía ser que nosotros, con dieciocho años, estábamos ahí todos mojados, con los pies mojados, entre esas piedras; pasamos setenta y cuatro días a la intemperie…
Como a sus camaradas veteranos de la Guerra de Malvinas, a Francisco Gómez suelen invitarlo a las escuelas en cada fecha patria. Y en cada ocasión se emociona, al ver que a muchos chicos también se les desliza una lágrima al escucharlos, al conversar, al saludarlos. Francisco se siente orgulloso por el rol que la Historia le reservó; aunque, casi al pasar, sobre el final de la charla, confiesa que está pendiente de una ayuda económica que tramita en la delegación de Corrientes de AMPF. Quizás, cuando estas líneas se lean, su trámite ya haya tenido un final feliz.